Cuando hace unos días me llegó la noticia de que, según un estudio reciente, en la actualidad, la vejez recién comienza a los 80 años, no entendí. En principio porque la escuché al pasar de un noticiero europeo doblado al español neutro, mientras mi mujer hacía zapping en el living. La conductora o, mejor dicho, la que doblaba, había dicho algo así:
“…la vejez no comenzaría sino, hasta los 80 años…si aprendemos a alcanzar el orgasmo por nuestros medios…pegándolo con cola vinílica…nuestras operadoras le indicaran cómo, llame ya”.
Cuando caí en la cuenta de que había escuchado sucesivamente el noticiero, a la sexóloga colombiana, un programa de bricolaje y TV compras, le dije a mi mujer que parase con el zapping y volviese a poner el noticiero.
“¿Qué cosa?”
“El noticiero europeo que pasaste unos canales atrás”
“”¿Cuál, el de la rubia?”
“No sé, de acá no veo. Pero un par antes del de Alejandra, la sexóloga”
“No era Alejandra. Era la que habla de sexo tántrico ¿Para qué querés escuchar a esa pelotuda?”
“Dejá, no te preocupes, ya está”,
“No me preocupo. Lo que no entiendo es que le des bola a esa idiota que ahora la va de sexóloga seria cuando hace dos meses atrás estaba en un programa de chimentos”
“No, quería escuchar el noticiero europeo”,
“Ah, el noticiero de la BBC ¿por qué no me dijiste?”.
Mientras en la BBC hablaban de no sé qué cosa sobre el príncipe Carlos, me quedé pensando en lo de la vejez: no me quedaba claro si se referían a que la expectativa de vida era hasta los 80, o a lo que luego corroboré por los diarios, “que la vejez en la actualidad comienza a los 80 años”.
La cuestión, una vez comprobada la novedad, es que me quedé helado. Ya bastante tenemos con que la adolescencia se haya extendido hasta los 35-con la consecuente cantidad de papanatas de treinta y pico viviendo como si tuvieran 18 y negándose a crecer-, como para que llegar a viejo sea una línea que te alejan cada vez más ¿cual es el problema de nuestra sociedad moderna con esto de ser viejo?
Años atrás, un tipo arrancaba a laburar en la adolescencia y se jubilaba a los 60,y una tipa a los 55. Antes de eso, eran un hombre o una mujer “grandes” ¿Después? Después era otra cosa.
Después de toda una vida de yugarla, más allá de lo poco o mucho que cobrasen de jubilación, colgaban los botines y se dedicaban a rascarse sin problemas, sin culpas, y con el respeto de toda la familia. Como los hijos habían volado del nido, el viejo y la vieja se preparaban sus tostadas llenas de hidratos de carbono, sus pucheritos llenos de colesterol, sus guisos llenos de lípidos y sus ravioles “de domingo y nietos”. Estaban viejos, eran viejos, y se asumían como viejos. Aunque, “asumir”, es una palabra propia de uno como uno que ha sido “carne de diván”. Para ellos la vejez era lo que era, parte de las etapas de vida.
En la actualidad, si te quedaste sin laburo y si tenés 45, para el mercado laboral sos un viejo. De nada vale que uno intente explicar lo que no haría falta, aunque uno no sea un viejo, se encargarán de hacértelo sentir.
Pero dejando esto de lado y dando por supuesto que el trabajo estará asegurado hasta que nos jubilemos ¿qué clase de larga adultez nos proponen al alargar el comienzo de la vejez? Porque según el estudio, entre los 50 y 80 años, nos quedarán unos 30 años de margen -un período mucho más extenso que el de la juventud actual-, y para el que tendremos que inventar una nueva forma de vida".
De todos modos, vale la pena aclarar algo, el informe no dice que nos está permitido darle a los embutidos, los fritos, el asado, y los postres, al contrario. Si no comés vegetales, pescado, caminás 40 cuadras por día y ejercitás el marote, la vejez pude comenzar…a la misma edad de siempre. Porque, por más estudios que realicen, el día que te agachaste a levantar algo del piso y te “tiró justo ahí”, vos sabés que, además de la cintura, lo que comienzan a dolerte son los años, y está bien.
Acaso la vejez, no será algo a conquistar. Algo digno de vivir con el orgullo de decir “hasta acá llegué”, mientras uno exhibe sus arrugas bien ganadas tras cada día de vida. Puede que parezca un tanto solemne, quizás sea porque me estoy volviendo viejo o, porque en verdad, la noticia me provocó lo opuesto, irreverencia: cuando la escuché, lo primero que me dije fue, “así que la vejez comienza a los 80, me parece que tenemos grandes posibilidades de morir jóvenes”.
Ricardo Veiga