Ayer se conmemoró el Día Internacional de la Lucha contra el SIDA, una jornada clave para reflexionar sobre los avances y desafíos en la prevención y tratamiento de enfermedades como el VIH, la hepatitis y otras infecciones de transmisión sexual (ITS). Sin embargo, este año, las advertencias de instituciones y pacientes son alarmantes. El presupuesto para 2025 proyecta una drástica reducción del 76% en los fondos destinados a medicamentos, prevención y programas relacionados con estas enfermedades.
Desde la Fundación Huésped, se destacó una preocupación urgente: el presupuesto para 2025 contempla 9.150 tratamientos menos de los que se administraron en el año pasado, lo que pone en riesgo a miles de personas que dependen de estos recursos. Con los fondos asignados, solo se podría cubrir el tratamiento de 66.500 personas, dejando fuera a unas 50.000 que no tienen obra social y no pueden afrontar el alto costo de los tratamientos.
Además, la compra de reactivos para carga viral, test rápidos de VIH y pruebas de sífilis sufrirá una reducción significativa. En algunos hospitales, ya se han reportado escaseces de estos insumos esenciales. En cuanto a los preservativos, se calcula la adquisición de solo 21 millones, una cifra muy por debajo de los 55.300 millones de unidades compradas en 2023.
Un dato especialmente grave es la falta de Zidovudina (AZT), un medicamento crucial para prevenir la transmisión del VIH de madre a hijo durante el embarazo, un tratamiento vital para muchas personas gestantes.
Esta situación representa una amenaza directa a la vida de cientos de miles de personas. La falta de recursos y el abandono por parte del Estado no tienen justificación. ¿Es que acaso se está esperando que estas personas mueran por la falta de atención y tratamiento?