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De Zoom en Zoom

Por Paola Espíndola (*).- De zoom en zoom vamos los docentes intentando no claudicar en el intento, dentro del ensayo y error, de convertir nuestras prácticas pedagógicas áulicas en clases virtuales.

Porque somos los encargados de asegurar la continuidad pedagógica de los estudiantes, pero nadie explica cómo, ni se asegura de que estemos capacitados para hacerlo, ni que contemos con las herramientas tecnológicas adecuadas.

Debemos sin dudas hacer un zoom, enfocar la mirada sobre estas prácticas y lo que significan para nosotros y nuestros estudiantes.

Este hacer por hacer, mirando tutoriales, usando lo que tenemos a mano – sólo por urgencia de entregar tareas- no tiene sentido.

Todo se ha convertido en una pseudo continuidad escolar que se garantiza con el uso de nuestros propios materiales de trabajo: pc, notebook, tablet, celular, servicio de internet, datos, etc.

No importa si no tenemos actualizada la pc o si tenemos el celular a punto de colapsar, sólo importa enviar tareas, que sean creativas, innovadoras, no muy extensas, tampoco muy cortas.

Enviarlas por mail, por whatsapp, por classroom, meet, hangouts. Chequear, controlar, quién responde, quién no y por qué.

Si es por “vagancia”, por falta de conectividad, porque son muchos para conectarse y los medios son pocos.

Corregir sin abrumar, devolver tareas, repensar tareas, responder 500 mail por día, y atender a los controles que nos piden de cada escuela. ¿Por qué y para qué llenar planillas y planillas solicitada por cada dirección? Sin más explicación, nos dicen: viene de arriba, lo pide la inspectora.

Además, está a nuestro cargo mejorar las estadísticas de participación virtual. Porque si los estudiantes no se conectan es porque nosotros no sabemos incentivarlos.

Abrimos la puerta de nuestros hogares, de nuestra intimidad, silenciando a toda nuestra familia porque tenemos que conectarnos, mientras intentamos hacer como si no pasará nada, como si el encuentro pedagógico virtuoso pudiera traspasar la pantalla.

Como si de pronto la escuela fuera esto, así de simple y sencilla como un encuentro por zoom.

Los docentes padecemos de hiperconectividad. Trabajamos 24/7. Respondemos mail, mensajes, audios, todos encabezados igual “perdón la hora, pero…” como si nada pudiera esperar. Por eso nos quedamos perplejos cuando escuchamos una y otra vez la pregunta ¿Cuándo empiezan las clases?

Todos opinan sobre nuestro que hacer. Son eruditos, pedagogos, que pueden calificar nuestro trabajo. Pero ninguno podría sostener por más de un día la tarea que hacemos dentro del aula.

(*) Docente. Licenciada en Comunicación Social.