(Alberto Sarlo*) En estas horas la sociedad toda se escandaliza ante la novedad de lo evidente: Jugadores del seleccionado nacional de rugby desnudan el racismo histórico de las clases acomodadas argentinas con el más descarnado desprecio hacia el negro, el pobre, el marginal, el distinto. Esa misma sociedad, lectora de los mismos medios de comunicación (los conservadores y los progresistas), que ocultaron y ocultan la peor represión en la historia del SPB ocurrida hace apenas un mes, demuestra su faceta más hipócrita al perturbarse porque la tilinguería sigue siendo tilinga. Da asco leer tweets de políticos, jueces, fiscales y periodistas desgarrándose las vestiduras por una moral que jamás han defendido. Esos mismos actores sociales miran para otro lado cuando centenares de preses mueren por COVID sin atención ni protocolo de ninguna índole y cuando según datos de la Procuración Nacional morían tres preses por semana AUN ANTES DE LA PANDEMIA. Esos mismos funcionarios siguen dando conferencias y zooms sobre docencia y progresividad de la pena mientras decenas de preses han quedado ciegos por los disparos de balas de goma dirigidos directamente al rostro de los detenidos. Esos mismos empleados públicos (recuerden bien señores jueces y fiscales que ustedes son y serán empleados públicos que perciben sueldos del Estado y por más que no paguen el impuesto a las ganancias, deben responder por sus actos ante la sociedad) ocultan que luego de la más sangrienta represión de la historia del SPB, ningún funcionario fue apartado, ningún ministro pidió disculpas, ningún hombre de la fuerza o de la política fue imputado por los más de 1500 casos de tortura acreditados en el informe de hace diez días emitido por la CMP (Comisión Provincial de la Memoria). Toda esta omisión estatal ocurre a días de empezar las fiestas, épocas de mayor tensión y violencia en el mundo de la cárcel.
Sepan que está todo dado para que corra sangre en los centros de tortura y que la sangre derramada será ocultada nuevamente por la sociedad, como ya ha ocurrido el 1 de noviembre. Si bien infinidad de docentes acompañan nuestra contienda, debo reconocer que ningún colectivo docente nacional nos ha acompañado en nuestro reclamo.
Para aquellos docentes que prefieren no involucrarse, les recuerdo las palabras de Paulo Freire quien expuso que cuando se acepta el papel de ser una simple máquina de conocimiento según los límites que imponen las necesidades del mercado —que consideran a los alumnos como simples consumidores de conocimiento— se cae en la trampa, en la verdadera manipulación ideológica que niega la posibilidad de articular el mundo como un tema de la historia y no sólo como un objeto a ser consumido y descartado. Eso afirmó Freire y eso es lo que defiendo con mi acción militante. Mi militancia no se limita a confrontar con los actores fascistas.
Eso es algo que ya prácticamente no ejerzo por la sencilla razón de que es un enemigo muy fácil de desarmar con retórica y oratoria. Mis energías ahora las reservo para pelear y resistir al conglomerado de progresistas de salón que nunca se interpelan ante la feroz avanzada de un nuevo racismo "de los del palo". Para resistir el sentido común debemos interpelarnos. En esa interpelación no viene mal un poco de Jauretche: cuando veas de qué lado está el represor, parate en la vereda de enfrente. Está bueno que empecemos a pensar de qué lado de la mecha nos encontramos.
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