Viernes a las ocho de la mañana un joven violento agarró a patadas la estantería del local de la panaderia Agostina, dejando destrozos por todos lados. El local está a metros de Cinco esquinas. A esa se encontraban dos trabajadores y un niño que esperaban ser atendidos y fueron testigos del salvajismo y las amenazas.
El panadero trabaja mientras todos dormimos, lleva adelante un emprendimiento familiar. Agradece que en tiempos de pandemia es uno de los afortunados en trabajar. Todos sabemos que en Ingeniero Allan el problema de la desocupación es un tema, pero hoy la violencia y la delincuencia esta aumentando.
Puntualmente a las ocho David levantó la persiana, dos personas ingresaron a comprar un pan para ir comiendo en el viaje que emprenderán cuando tomen el colectivo en la vereda de enfrente. Un niño pasa habitualmente a pedir un pancito que David nunca le niega. El hijo del comerciante alista la camioneta para irse a realizar el reparto a los modestos despachos de pan de la zona. Mientras esta cargando un muchacho lo increpa. David es testigo de esta situación le pide por favor que no moleste a los que trabajan.
Como una tromba, de manera muy violenta el agresor empieza con amenazas sobre el panadero que está al frente del negocio. La escena es observada por los clientes que no hacen a tiempo para huir del lugar, incluído el niño. El agresor, fuera de sí, empieza a romper las estanterías del lugar y amenaza a todos, para luego huir.
David Vargas conversa con nuestro medio y empieza a hablar que en el barrio hay caras extrañas, que en la comisaría sexta dejó asentada la denuncia. Él conoce al agresor, a sus padres, en donde vive. Sabe por otros testimonios reflejados en los grupos de las redes sociales de Allan que a esta persona lo tienen identificado por otras agresiones y hechos. Da inicio la investigación policial. El trámite burocrático no deja tranquilo a los ciudadanos, esperan que se actúe,para que se pueda trabajar tranquilo.
Llega la policía científica, que no es como muestran en las series de televisión, para encontrar una huella dactilar se necesita que sea sobre una superficie lisa, que la mano tenga la suficiente grasitud para que deje la impresión dactilar legible. Una cosa mas, que no se halla corrido o movido, que este tan fija y perfecta, porque sino tampoco se puede corroborar identidad. No es una ironía nuestra, intenten llamar a la científica. Luego le hace firmar un informe que puede estar completo o no, uno con los nervios no busca detalles. Pero suena de fondo la amenaza “Hace la denuncia yo salgo a los cinco minutos y te agarro de vuelta”. Ese es el clima en el que se vive.
Se inicia un expediente, se abre o no una causa, se hacen las pericias pertinentes, pero aunque ya se ha hecho todo los datos aportados con nombre, apellido, domicilio, situación familiar del agresor tiene que seguir la vía burocrática, en una pandemia en donde se ha aumentado el número de delitos.
A partir de mañana el panadero abrirá temprano puntualmente, trabaja durante toda la madrugada. Pero al levantar la persiana se podrá cruzar o no con el agresor que lo estuvo amenazando y prometiendo, salir a los cinco minutos. Que esto se dé o no depende hoy de un agujero negro que tenemos en la sociedad que atraviesa de las fuerzas de seguridad hasta el Departamento de Justicia.